Ayer creía que me moría. El estrés de la muerte. Llevo varios días con una infección en el ombligo y pensaba que con higiene y cuidados mejoraría, como no ha sido así, ayer me acerqué al ambulatorio para que me diagnosticaran. Llegaron tres doctoras a verme: “creo que esto es una hernia -se te salen las tripas hacia fuera, se te escapan las tripas-“, me dijeron al unísono. Palpa que te palpa, no lograron identificar lo que me pasaba y me remitieron al hospital de urgencia: “Vete para el hospital y que te operen en un momento”.

Descompuesto y balbuceando, le dije a la doctora: “Acabo de llegar a la ciudad, ¿dónde hay un hospital?”. “Te iba a mandar a uno muy lejos pero si no eres de aquí, mejor ve al hospital más cercano”. Me fui andando para el hospital -esa imagen terrible y cabizbaja, sabiendo que andaba hacia las manos de la cirujana inminente y repentina-, caminaba haciendo traspiés por la incertidumbre. 6 horas de espera en el hospital 6 horas. La cirujana no está segura de mi dolencia como para meterme en el quirófano. No me estoy muriendo y me dice que estoy demasiado alegre para algo tan grave. Llama a dos especialistas más, otra vez tres doctoras como tres parcas discernían sobre mi destino: “Tómate unos antibióticos y antiinflamatorios y, si te estás muriendo, vuelve”. “Si notas que empeoras es mala señal, si sientes que vas a mejor, pues ya está”. No sé si es peor morirse o ponerse peor. Peor que morir. Peor -qué palabra más rara si la repites mucho-.

Ayer mis amigas y familia se preocuparon por mí. Querían estar conmigo aunque yo les decía que no pasaba nada (de momento). En la sala de espera vi gente que se debatía entre la vida y la muerte y gente que solo “tenía un doló, un doló mu chiquitito”. Había gente muriéndose pero con una sudadera del Betis, pensé: “Igual si saben que se mueren pronto, que sea con su escudo del Betis cerca”. Entró un policía y le dijo a una chica: “¿Usted por qué está aquí si no es paciente?”, ella respondió: “Mi novio está muy malo y yo estoy esperando su turno en su lugar, cuando le llamen a consulta le aviso que venga”. Morirse está mejor si estás acompañado.

El amor son muchas cosas y también es esperar de pie durante horas. Cuando voy al hospital no puedo parar de observarlo todo. Ahí es donde el ser humano se engaña menos a sí mismo, cerca del dolor. Es increíble como el amor más sincero sale a flote cuando el dolor está cerca. Mis amigas vinieron a verme por la noche a casa: “Tienes ombliguitis, eso es muy normal entre los artistas”. “Puede significar que, o te estás queriendo mucho a ti mismo y tienes que rebajar el ego o, por el contrario, estás pasando tanto de ti mismo que tu ego te ha dado un toque de atención -habla más de ti más, qué asco-“.

He empezado un tratamiento y voy a ver si no me muero. Si no me muero significará que ha ido todo bien.

Tutti bene.

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